sábado, 17 de diciembre de 2011

Navididad

Soy brillante, soy el foco que echa un poco de luz a este asunto sin quererlo, sin comerlo ni beberlo, y me encuentro con mil cosas entre manos cuando menos lo deseo; recibo ofrendas y odas cual dios precolombino y mil pensamientos cruzarán fugaces mi cabeza voraces de las respuestas que, sin pensar, llegan a mi como un río a su cauce o como Moisés a un río y a su posterior cauce.
Estoy en lo que otros dictaminan como la flor de la vida, lo que pasa es que hay quien no sabe que no todas las plantas dan flores, y que hasta las más hermosas flores pueden salir estropeadas si no se las riega bien en la infancia, así que podéis asumir las culpas (que no es para menos).
Me gusta dejarme llevar por el embriagador olor de los recuerdos felices, o medianamente felices. Vienen sin llamar, sin mandar un mensaje ni nada. Que desfachatez por su parte. Creo que el problema está en que saben que son bien recibidos.

No necesito ridiculizarme para saber que me quiero, pese a que los acontecimientos de ayer casi me lo obliguen a punta de pistola. Te quiero, Gigi.

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